Seguramente una de las más famosas fotografías de la Segunda Guerra Mundial sea la que se hizo en la cima del monte Suribachi en la isla de Iwo Jima. Dicha foto fue tomada por el periodista Joe Rosenthal el 23 de Febrero de 1945, convirtiéndola en una especie de icono del patriotismo americano.
No obstante, esta isla perdida en el Océano Pacífico entre las Marianas y Japón, hubiera sido desconocida hoy en día si no fuera por la instantánea de Joe Rosenthal.
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Fotografía tomada por Joe Rosenthal |
Pero a parte de ser un gran icono patriótico americano, ¿qué secretos esconde la fotografía?
El primero de ellos es sin duda que la imagen no refleja a los hombres que realmente tomaron la cima. El monte fue conquistado por otro grupo de marines ese mismo día a las 10:30 horas, e izaron una bandera americana atada a una tubería. Este hecho fue recogido por el fotógrafo del Ejército, el sargento Lou Lowery, de la revista del Cuerpo de Infantería de Marina.
Otro grupo de soldados que contemplaban la escena encontraron en una lancha una bandera mucho más grande, así que se pusieron a buscar un mástil más largo para subir a la cima y repetir la imagen con el propósito de que se viese desde lo más lejos la conquista americana.
Los protagonistas de esta nueva imagen fueron los marines: Michael Strank, Harlan H. Block, Franklin R. Sousley, Rene A. Gagnon, Ira Hayes y John H. Bradley. Acompañados por el periodista Joe Rosenthal, el cámara Bill Genaust y el fotógrafo Louis Campbell.
En cuanto se tomó la foto se envió a Estados Unidos y a los pocos días se convirtió en un símbolo patriótico de conquista, empezando a gozar de gran fama aquellos soldados, donde todo el mundo estaba a la espera de que volviesen esos soldados para conocerlos y escuchar sus relatos.
Pero lo que ellos no sabían es que a partir del instante en que se tomó la fotografía ya sea por casualidad o por alguna especie de maldición, el destino quiso ser cruel con ellos.
El cámara Genaust se adentró en una cueva con su linterna, guiando a un grupo de marines en busca de japoneses. El azar quiso que en esa cueva se encontraran varios japoneses vivos, recibiendo al grupo americano con disparos, resultando Genaust muerto al instante por ir el primero.
Otro grupo de japoneses ocultos entre la maleza sorprendió a un grupo de marines entre los que se encontraban cuatro de los protagonistas: Strank, Block, Sousley y Gagnon. En el ataque sólo resultaron muertos los tres primeros, Gagnon quedó gravemente herido y fue evacuado.
Los únicos que lograron salir ilesos de Iwo Jima fueron Hayes y Bradley. El Gobierno norteamericano se empeñó en utilizarlos para fines propagandísticos y aunque sus nombres pasaron a la historia, ninguno de ellos consiguió superar el hecho de convertirse repentinamente en personajes famosos.
Gagnon pese a sobrevivir a las heridas, falleció de un infarto a los 54 años.
Bradley quiso pasar desapercibido y trabajó como director de una funeraria, pero sus problemas con el alcohol y los trastornos mentales que le ocasionaban los recuerdos de la guerra no le dejaron llevar una vida fácil y fue incapaz de asimilar una fama que no había buscado.
En 47 años de matrimonio sólo habló una vez de lo acontecido en aquella isla y según palabras de su hijo James, el dijo: "Quiero que siempre recuerdes una cosa, que los verdaderos héroes de Iwo Jima fueron los chicos que nunca volvieron a casa."
Por último y quizá el más renombrado de los protagonistas fue el indio de Arizona Ira Hayes, el cual murió alcoholizado a los 32 años. No pudo resistir los terribles recuerdos que guardaba de los combates en aquella isla, donde todo el mundo se empeñaba en que los relatase una y otra vez.
A Bob Dylan la vida de este joven le sirvió de inspiración para la canción "La Balada de Ira Hayes".
En definitiva, todos los soldados que izaron aquella fatídica bandera no pudieron disfrutar de la fama y la gloria. Paradójicamente el único que se libró de la maldición fue el que disparó la cámara, el periodista Joe Rosenthal.
Joe Rosenthal recibió el premio Pulitzer en 1945 gozando de gran fama y prestigio. Aunque como anécdota decir que cuando recibió el premio, lo primero que hizo fue enviar una copia al sargento Lowery con la siguiente dedicatoria: "Al fotógrafo que llegó primero".
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Memorial de los soldados que izaron la bandera en Iwo Jima, Washington |